El tiempo es uno de los recursos más preciados que tenemos en nuestra vida, y principalmente por su carácter de escasez.
Nadie puede comprar un minuto más de su día, o añadir un día más a su vida por más que se ofrezca todo el dinero que los bancos centrales pueden imprimir. Donald Trump, Bill Gates, usted, o el mendigo de la esquina, tienen 24 horas al día, ni una más ni una menos. No obstante, claramente hay gran diferencia entre la productividad de cada uno de estos personajes por un único factor, y es la manera como administran su tiempo.
El administrar bien nuestro tiempo es una decisión que debemos tomar y crear hábitos de disciplina que nos permitirán tener una vida con visión y propósito. Para el hombre contemporáneo, un día común está lleno de distracciones que nos pueden quitar el rumbo de lo que verdaderamente construye para nuestro crecimiento y satisfacción personal. La regla de Pareto también explica nuestra productividad, dado que el 80% de los grandes logros en nuestra vida están representados por el 20% de nuestros esfuerzos diarios. Imagínese si aumenta los esfuerzos productivos al 30% o 50%, ¿cuántos objetivos nuevos podría lograr?
Asimismo, el ser una persona más efectiva en la administración de su tiempo le permitirá tener más tiempo para renovar sus fuerzas y dedicarle el tiempo a lo que más le gusta. Ya sea pasar más tiempo con familia, realizar más frecuentemente su ‘hobby’ favorito, dormir más, o simplemente descansar haciendo lo que más se le antoje, y todavía tener mejores resultados en sus labores.
El escritor Timothy Ferriss afirma en su ‘Best Seller’, The Four hour Workweek, que para disfrutar nuestra vida, lo que necesitamos es controlar nuestro tiempo para maximizar las cosas que nos hacen felices. Sin embargo, para esto es necesario tener un plan de trabajo que nos permita ser personas efectivas.
Para lograr mayores resultados, debemos evaluar todas nuestras rutinas a través del filtro de eliminación, automatización y delegación.
En el colegio y la Universidad, fui una de las personas que más le dedicaba tiempo al estudio, sin embargo, no era el mejor en obtener notas. En contraste, tenía otros compañeros (que no eran necesariamente más inteligentes) y que disfrutaban más su vida, además de obtener mejores resultados, lo cual razón de gran envidia para mí. La clave es que ellos entendían el concepto de la eliminación, y estudiaban lo que era verdaderamente relevante para los exámenes mientras que yo estudiaba en exceso, sin ser selectivo en cómo invertía mi tiempo de estudio. Esto aplica a muchas rutinas en nuestra vida, donde lo único que debemos es eliminar esas actividades que nos quitan tiempo valioso.
Hay cosas que simplemente no podemos eliminar, como revisar el correo, manejar al trabajo, cocinar, etc.. En esto caso, es importante aplicar el principio de automatización, lo que nos permitirá reducir el tiempo de ejecución en las rutinas que no podemos eliminar.
Finalmente, si no puede automatizar, delegue. Si su tiempo es lo suficientemente valioso para que rutinas no relevantes las haga otra persona u equipo, es tiempo de pasar las funciones a terceros. Tenemos la mala creencia que los millonarios tienen conductor, cocinero y empleadas por lujo. Lo cierto es ellos delegan este tipo de actividades que les permiten dedicar su tiempo a hacer negocios, y producir lo suficiente para delegar esas funciones que les son ‘improductivas’ frente a lo que pueden lograr.
El recurso más valioso que usted necesita ya está en sus manos, o más bien, en su reloj. Recuerde que usted decide si logrará ser una persona exitosa y feliz en la manera como administre su tiempo.